Fuerza Ximena

por Marcela Rivera

"La única discapacidad en la vida es una mala actitud" -Scott Hamilton

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Marcela Rivera

Sobre este Proyecto

Mi nombre es Marcela Rivera, tengo 25 años, soy colombiana, pero resido en México hace 21 meses, y estoy completamente enamorada de este hermoso país, que para mí, fue un sueño hecho realidad el conocerlo por fin después de admirar sus películas, sus novelas, y por Dios, el chavo del 8, ¡EL CHAVO DEL 8!, que era lo más cool. Sin embargo, lamentablemente no llegué aquí por las razones que yo quería.



Mi mejor amiga es Ximena Bolívar, el primer día que la conocí fue trepando árboles, se los juro por Dios que así fue, escuche una voz que venia del cielo y cae de un árbol de guayabas esta hermosa persona que ha cambiado la vida de quienes la conocemos; nunca vi a una persona de 36 años ser tan activa, corriendo, saltando, y si, brincando árboles, absolutamente deportista, pero hace tres años todo cambió, lamentablemente nuestro país aún esta colmado por violencia y en un asalto le dispararon; gracias a Dios a ellos los capturaron, pero por desgracia su daño ya estaba hecho, la bala que era expansiva explotó en medio de las vértebras L4 y L5, es decir en la cintura de Ximena, lo que ocasionó que en ese instante ella no pudiera sentir más sus piernas, ese día, un 4 de Septiembre hace tres años todo cambio, la persona activa, deportista y trepadora de árboles ya no estaba.



Después de una cirugía de extracción de lo que quedaba de la bala y unos cuantos fragmentos grandes, se recuperó la movilidad en el pie izquierdo (aunque no lo siente) y perdió la movilidad en su pie derecho, ya no lo puede controlar y se apoya de una férula fija para sostenerlo mientras camina con bastón, pero eso no es lo peor aunque no lo crean, lo peor se descubrió meses después del “suceso”, como lo llama ella, cuando el efecto de los medicamentos pasaron y dejaron asomar lo que íbamos a afrontar por los años siguientes, dolor crónico, los médicos dijeron: “hubo tantos fragmentos alojados en la médula espinal que tratar de removerlos comprometería la otra pierna, así que fue imposible quitarlos todos y quedaron “atorados” entre las vértebras y los conductos de salida de la médula espinal, lo cual hace que las señales que van del cerebro a las piernas sean mal interpretadas y el cerebro en lugar de captarlas como sensaciones placenteras, las capta como sensaciones de dolor”.



De allí en adelante fueron muchas las noches en vela que pasamos tratando de distraernos con chistes o películas, pero el dolor no cesaba, y los médicos decían que no había nada más que hacer, se probaron muchos medicamentos y lo único que hacía calmar el dolor era la terapia física y muchas, pero muchas dosis de tramadol; las terapias eran muy costosas y en el momento del “suceso”, ella no tenía seguro, así que yo me encargue de hacerlas para ella en medio de mi desconocimiento sobre terapia física y viendo tutoriales en YouTube, a raíz de esto la masa muscular se fue recuperando en sus piernas, no del todo claro está, ya que muchos músculos perdieron conexión y se atrofiaron. 
Las heridas de la cirugía fueron cicatrizando pero el dolor seguía constante, las vértebras estaban comprimiendo el nervio ciático lo cual causaba dolor, no podía estar más de 15 minutos caminando, de pie o sentada porque el dolor era inimaginable, aun así, ella se dijo: “si me duele en la cama que me duela entonces en el monte” y así fue como subimos el nevado de Santa Isabel en Manizales acostándose en el piso cada 15 minutos para descansar y volver a caminar por otros 15 minutos, de esa manera también bajo el rió durante tres días en un bote, ella acostada o arrastrándose siempre siguió disfrutando de la vida y enfrentando los “episodios crónicos” de dolor que cada ciertas horas le daban. 



Un día, su primo que vive en México llegó de visita a su casa y la encontró en un “episodio crónico” que iba en su hora 32 de puro y físico dolor (a veces los “episodios” duraban hasta 72 horas, lo digo en horas porque así era, sin dormir, sufriendo el dolor, revolcándose en la cama y llorando. Luego llegaban par días de menos dolor para que volviera a suceder después otro “episodio”), él le dijo que le mostrara las radiografías y le dijo que podía ayudar y contactó a su empresa (que era de productos para la columna) así, un médico evaluó las radiografías de Xime y dijo que quizás todo podía mejorar si se hacía una fijación vertebral de la L4 y la L5 para descomprimir el nervio ciático, se abrió una esperanza, una luz de que todo podía cambiar, pero todo era acá, en México.


Algo que admiramos de Xime todas las personas que tenemos la bendición de conocerla, es que es una mujer tan llena de fe y tan feliz, a pesar de todas estas dificultades nunca ha dejado de reír a carcajadas, de ser la payasa que es y la mujer que ama la vida, en muchas ocasiones ella postrada en la cama sin poderse moverse era la que nos contaba chistes para alegrarnos por nuestros malos ratos, ¿pueden creer eso?, eso sí, a veces vi que sus ojos se encharcaban al ver fotos de sus aventuras pasadas, pero siempre terminaba con una sonrisa y una frase de “pronto lo haré de nuevo”.



Allí, en una pequeña ciudad de Colombia llamada Armenia Quindío, empieza nuestro arduo trabajo con una única meta, tener fondos para la cirugía de Ximena en la ciudad de México, vendimos todo lo que teníamos y vendimos todo lo que nuestra imaginación y ganas nos permitieran, hicimos bazares, ventas de comida y mucha gente de Facebook y desconocidos donaron, gracias a todos ellos hoy estamos aquí, viajamos, la cirugía se hizo y fue un éxito, fueron momentos muy difíciles porque solo teníamos para vivir en un pequeño cuarto sin lo suficiente para cuidar una cirugía de ese nivel y rezando para que al día siguiente apareciera otro donador.

Aquí estamos, el pie aún sigue inmóvil y aunque le duele, de vez en cuando se levanta y se va a trabajar, sí, ella consiguió un excelente trabajo y enfrenta día a día el dolor trabajando, pues aunque se consiguieron fondos no fueron suficientes, así que lo restante lo ha ido pagando con el fruto de su trabajo y le tomará unos 2 años en terminar de pagar su deuda, es por ese motivo, que hoy les pido su ayuda; después de haber finalizado el proceso de cicatrización que en la columna dura dos años, estará lista para retomar su vida con nuevas metas deportivas en su mente, ella necesita una faja especial para poder hacer deporte sin que se lastime, y dice que quiere volver a competir en escalada, su pasión, adicional a eso necesita una férula articulada que le permita tener un movimiento normal del pie, este movimiento permitirá que camine sin bastón y que al cabo del tiempo no se le desvié la columna, permitiéndose volver a correr de nuevo, "correeeeeeeeeeeerrr", sé que es lo que más anhela ella.


La Meta

La faja especial cuesta $8,000.00 pesos, la férula articulada $6,000.00, y la férula para dormir cuesta $2,000.00 pesos, ya que su pie se desvía en la noche así que duerme con la misma férula del día y el zapato puesto, lo cual es demasiado incómodo y en ocasiones le deja lesiones, es que imagínense dormir todos los días de su vida con un zapato puesto.

Pero ¿por qué se piden 30 mi pesos? Pues verán, quiero que ella tenga terapias físicas durante los primeros meses de uso de la férula y no que sean mías ni por tutoriales, quiero que sean de un profesional en un centro de rehabilitación especial que le ayude a recuperar el nivel deportivo que antes tenía, por ejemplo: ella llevaba tres meses entrenando duramente para subir el nevado del Cocui cuando paso el “suceso”, por esto sé que ellos sabrán que músculos fortalecer y que trabajos hacer para lograr sus metas.

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